Las bodegas de Oporto.

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Clik here to view. Hace un años en España comenzó un turismo que en épocas de bonanza económica tuvo gran tirón: el de las bodegas, especialmente en La Rioja. Pero en Portugal, más concretamente en Oporto, llevaban ya trabajando este concepto unos cuantos decenios. De otra manera. Sin tanto Frank Gerry, ni líneas arquitectónicas imposibles, ni tanto glamour. Pero con mucho sabor y mucho encanto. A orillas del río Duero, ese que permite la genialidad de los Ribera, se encuentran unas de las fábricas de vino más antiguas del planeta.

En realidad no es Oporto, es “Vila Nova de Gaia”. El municipio de la orilla norte del río Duero en su desembocadura en el Océano Atlántico.

Es un lugar curioso. Para empezar no hay campos de vid. Ésta la traían del interior siguiendo el curso fluvial y aquí la trataban, le sacaban todo su jugo y la dejaban reposar a la sombra de las barricas. Era una lucha abierta entre ambas orillas. Dos orillas no unidas por tierra, solo por agua, que les hizo trabajar para superar al “adversario”, a la competencia.

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Hasta aquí llegaron los ingleses. Como hicieron a todas partes. Y dejaron, con perdón, su trocito de caca. Como hicieron en todas partes. Se apoderaron de los recursos, de los viñedos y de las bodegas. Y ese aroma británico todavía se respira. Pero es algo más residual, de concepto. Porque los verdaderos aromas son los que se respiran en las bodegas. Es olor a barrica, a fermentación, a frutas y a madera. Todo en la oscuridad, con otros aromas, los del pasado. Siguiendo la tradición.

Y a diferencia de en España, puedes visitar las bodegas sin disponer de un gran presupuesto. No hay porqué quedarse en un hotel de 5 estrellas como sucede aquí, te puedes alojar en un buen Hostel a buen precio, no tienes que probar el menú degustación si no que puedes comerte un exquisito bacalao a la orilla del río y hay varios vuelos directos, también en compañías low cost.

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Así que ahora que sabemos que viajar a Oporto es algo más que una opción, una vez allí tienes que visitar las bodegas. Recordemos que el vino se llama como la ciudad. O la ciudad se llama como el vino. Por algo será. Es un valor del lugar, un reclamo y un elemento de orgullo que les ha llevado a recrear su historia en una competición. La regata de las bodegas. Algo que os contaré dentro de muy poco.

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Puen Don Luis I, Oporto          Torre Eiffel, París                   Flatiron Building, NYC              Jemma el Fna, Marrakech

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